Breve semblanza de la Asociación de Escritores de México A.C.

El 11 de agosto de 1964, los señores Jesús Romero Flores, José Martínez Sotomayor, Vicente Fernández Bravo, Rodolfo Benavides, Bartolomé Costa Amic, Armando de Maria y Campos y Jorge Segura Millán se reunieron en el Club de Periodistas, en la calle de Filomeno Mata, en la ciudad de México, para firmar el acta constitutiva en la que se establece la formación de la Asociación de Escritores de México, A. C. Esta asociación civil fue reconocida como tal por la Secretaría de Gobernación el 2 de enero de 1965.

Los objetivos de la Asociación fueron, desde el principio, la difusión y el apoyo a los escritores. La primera mesa directiva estuvo compuesta por Jesús Romero Flores (presidente honorario), José Martínez Sotomayor (presidente) y Vicente Fernández Bravo (vicepresidente).

En agosto de 1969, Edmundo Valadés ocupó la presidencia. En 1970 la mesa directiva decidió publicar mensualmente la revista La Vida Literaria, con el ánimo de fortalecer los vínculos gremiales de sus socios. En la última página de cada número aparecen los datos de la AEMAC, cuya mesa directiva de 1969-1971 estuvo compuesta por Edmundo Valadés (presidente), Ricardo Garibay (vicepresidente), Wilberto Cantón (secretario general), Margarita Michelena (tesorera) y Dolores Arana (secretaria de Actas). Entre los miembros de las «Secretarías y Comisiones» se encuentran Andrés Henestrosa (honor y justicia), Henrique González Casanova (Hacienda), José Emilio Pacheco (Relaciones Internacionales), Carmen Galindo (Conferencias) y Ernesto Mejía Sánchez (Afiliación y Estadística). Existe una lista de más de ciento cincuenta socios por orden alfabético, entre los que cabe destacar a José Revueltas, Agustí Bartra, Elena Poniatowska, Salvador Novo, Tomás Mojarro, Mauricio Magdaleno, Ramón Xirau, Jaime Torres Bodet, Juan Rulfo, Salvador Elizondo, Carlos Pellicer, Héctor Azar, Joaquín Diez Canedo, Arqueles Vela, Gutierre Tibón, Gabriel Zaid, Elías Nandino y Luis Spota.

La AEMAC organizó, en enero de 1970, un ciclo de conferencias para analizar La literatura mexicana, en 1969. Participaron Ramón Xirau, Beatriz Espejo, Antonio Magaña Esquivel y Salvador Reyes Nevares, entre otros. Los autores dieron a conocer una síntesis de sus trabajos en La vida literaria. En el primer número de esta publicación se aclara que Salvador Novo presidió la AEMAC durante dos años y que el pen Club de México fue promovido por la Asociación. En el número correspondiente a septiembre y octubre de 1971, Valadés recapitula los intentos que la AEMAC ha hecho por difundir la problemática del escritor.

En el siguiente número aparece la «Directiva AEMAC 1972-1974»: Wilberto Cantón (presidente), Salvador Elizondo (vicepresidente i), Marco Antonio Montes de Oca (vicepresidente ii), Andrés Henestrosa (secretario general), Beatriz Espejo (tesorera) y otros. También hay cambios en las «Secretarías y Comisiones». Poniatowska pasa a «Relaciones Internacionales», María Luisa Mendoza se encuentra a cargo de «Teatro», Jacobo Zabludovsky está en «Prensa» y Fedro Guillén, a cargo de «Asuntos Editoriales». Nuevos socios se suman, como Rosario Castellanos, Augusto Monterroso, Carlos Fuentes y Rodolfo Usigli.

En el número 27 de La vida literaria se incluyen las convocatorias de dos premios instituidos por la AEMAC y la Editorial Novaro: el Premio Nacional de Novela «Nezahualcóyotl» y el Premio Internacional de Novela «México». En el tercer número de la segunda época de la revista, iniciada en 1973, aparece un discurso de Andrés Henestrosa con motivo de la decisión del jurado que otorgó el Premio Internacional de Novela México. Allí afirma que cerca de 400 concursantes de todo el mundo hispánico concurrieron al certamen. El jurado estuvo compuesto por el español Ángel María de Lera, el venezolano Miguel Otero Silva, el mexicano José Revueltas y el peruano Mario Vargas Llosa. Agrega Henestrosa que lamenta la ausencia del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, pero que éste se adhiere a la decisión del jurado «y promete estar presente en la entrega del premio». En la deliberación también participaron el mismo Henestrosa, por la AEMAC, y Luis Guillermo Piazza, por Editorial Novaro. El Fomento Cultural Banamex y la iniciativa privada dotaron al premio con la suma de diez mil dólares. La novela premiada fue Si te dicen que caí, del español Juan Marsé.

En 1973, el nuevo presidente y tesorero de la AEMAC es Andrés Henestrosa. Salvador Elizondo y Marco Antonio Montes de Oca pasan a ser vicepresidentes y Fedro Guillén ocupa el cargo de secretario general. Unos meses después Elizondo es sustituido por Beatriz Espejo en la mesa directiva y hay otros cambios en «Secretarías y Comisiones».

Los nombres de la nueva Mesa Directiva de la AEMAC en 1976 son los siguientes: Jesús Silva Herzog (presidente de honor), Marco Antonio Montes de Oca (vicepresidente), Salvador Reyes Nevares (tesorero), Margarita Michelena, (secretario general), Gustavo Sainz (Relaciones Internacionales). También aparecen Rodolfo Usigli (honor y justicia), Carlos Pellicer (derechos de autor), Arturo González Cosío y Gabriel Zaid (prensa) y Héctor Azar (teatro), entre otros.

Para 1978 ya ha habido un nuevo cambio en la mesa directiva de la AEMAC. Silva Herzog continúa como presidente de honor, pero Salvador Reyes Nevares funge ahora como presidente y Eduardo Lizalde como vicepresidente; Gabriel Zaid es encargado de Derechos de Autor; Carlos Illescas está en Prensa; Francisco Monterde y Amparo Dávila se ocupan de los actos culturales. Se incorpora también Renato Leduc. A cincuenta años de la protocolización de la Asociación de Escritores de México, A. C., el 2 de enero de 1965, muchas reflexiones quedan todavía por hacer (y por nacer) en el seno de los miembros actuales, así como de los que se sumarán con los años. La primera y la más obvia es la que surge a partir del consabido lugar común que desea presagiar otro cincuentenario que permita más rostros, más historias y más proyectos para un nuevo balance. Acaso algunos de los actuales miembros, nacidos entre los años setenta y los ochenta, tengan la suerte de estar en ese año festejando o al menos recordando esta Asociación, en pie y con nuevos retos. Sin embargo, lo más sustancial sigue siendo, sin duda, el preguntarnos si una asociación de escritores es viable en estos albores del siglo XXI. La respuesta inminente es que sí, dado que hemos estado trabajando por una meta en común que está presente en el nombre mismo de la agrupación: somos socios y, por ende, creemos en una prosecución enmarcada en la tarea escritural. 437 escritores miembros, o al menos vinculados a la Asociación, han sido detectados en respectivas carpetas que permiten establecer un parámetro acerca de los aconteceres, escriturales en general, literarios, sobre todo, de una organización que sin duda es una de las más relevantes en la segunda mitad del siglo XX en cuanto a poder de convocatoria y a desarrollo de actividades encaminadas a la promoción y difusión de las letras mexicanas.