Sección / Historias y antecedentes de las asociaciones de escritores

Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR 1933-1935)


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Exposición de la sección fotográfica de la AEAR (Association des écrivains et artistes révolutionnaires) en la Fête de l'Humanité, Garches, verano de 1934

Estos textos han sido pensados para documentar el trabajo de las asociaciones de escritores en distintos periodos y países. La AEM no está necesariamente de acuerdo con lo expuesto en los principios de cada una de ellas. Se trata de breves recuentos referenciales que, por supuesto, están sujetos a modificaciones y precisiones que puedan irse sumando a lo largo del tiempo. El siguiente texto ha tomado como fuente el artículo publicado en la página www.filosofia.org/

Las ligas y asociaciones de escritores y artistas, que florecieron a mediados del siglo XX, fueron un recurso para vincularse con grupos de intelectuales ligados al antifascismo. De tales esfuerzos emanaron diferentes publicaciones que dieron fe de las luchas y dificultades surgidas en una época compleja comprendida por bloques políticos internacionales.

La llamada Comintern (abreviatura del inglés: Communist International) fundó la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios (UIER) en Moscú en noviembre de 1927. También conocida como la Tercera Internacional, fue una organización que comenzó en 1919 dirigida y controlada por el Partido Comunista de la Unión Soviética. Fue precedida por la Segunda Internacional, disuelta en 1916 y fundada en un congreso celebrado en Moscú del 2 al 6 de marzo de 1919. Agrupaba a los partidos de distintos países y su objetivo era pugnar por la supresión del sistema capitalista y el establecimiento de la República Internacional de los Soviets.

En marzo de 1932, la Association des Écrivains et Artistes Révolutionnaires (AEAR) se fundó en París como filial de la UIER, dirigida por Paul Vaillant-Couturier, Léon Moussinac, Charles Vildrac y Francis Jourdain. El primer número del Butlletí de l’Associació d’Escriptors i Artistes Revolucionaris (S.C.U.I.E.R) se publicó el 14 de marzo de 1933. La AEAR saludó a los escritores y artistas revolucionarios de España desde la distancia en el número especial que prepararon para conmemorar la Revolución de Octubre. El Secretariado estaba compuesto por C. González, Antonio Olivares, Rodrigo Fonseca y Ángel López-Obrero. En México, a finales de 1933, se fundó la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) como sección mexicana de la UIER. LEAR editó la revista Frente a Frente (1934-1937) y Hoja Popular, y su etapa más fecunda fue de 1935 a 1938. En la España republicana de 1933 encontramos tres núcleos que se aprestan a organizar secciones de la ortodoxa UIER o de la artísticamente afrancesada AEAR: en Barcelona, en Valencia y en Madrid. Fueron dos parejas de artistas comunistas quienes curiosamente pugnaran por reivindicar la filial española de la institución moscovita relanzada desde París: los escritores y dibujantes Rafael Alberti y María Teresa León, desde Madrid, y los escritores José Renau y Manuela Ballester, desde Valencia.

Por su parte, la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR) de Barcelona no tuvo mucho éxito. Esto se puede entender si se considera el complejo contexto ideológico y artístico en 1933. El Real Círculo Artístico de Barcelona, una institución dedicada al fomento del arte, fue fundado en 1881 y se convirtió en un centro importante para el modernismo catalán. Sin embargo, la AEAR no tuvo mucho éxito debido a la incompatibilidad del surrealismo parisino con el comunismo. El crítico de arte de La Publicitat, José Vicente Foix (1893-1987), escribió una crónica que muestra este contexto, en donde dice:

«Hemos destacado a menudo desde esta sección la incompatibilidad del surrealismo parisino con la disciplina comunista. Hemos dicho más: que el surrealismo era la negación de las directivas intelectuales del comunismo moscovita. Tanto es esta nuestra creencia, que hemos escrito más de una vez, que el surrealismo era como una reacción precipitada ante la corriente socializadora de algunos estados y, sobre todo, del colectivismo estatal establecido en Prusia.» (Citado en www.filosofía.com de Focius, “Les Lletres y les Arts”, La Publicitat, Barcelona, viernes 29 septiembre de 1933, pág. 4.)

El núcleo de Valencia pasó de la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios (UIER) soviética y su filial francesa Association des Écrivains et Artistes Révolutionnaires (AEAR) a la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios (UEAR) en marzo de 1933. La UEAR mezclaba los rótulos de la UIER y AEAR. El diario El Pueblo de Valencia publicó un llamamiento del Comité provisional de la UEAR. La Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios de Valencia hizo público un llamamiento a los trabajadores del transporte del puerto y a los de la Unión Naval de Levante para que enviaran una representación autorizada a las fiestas del Primero de Mayo del presente año en la Unión Soviética. Ahí se decía:

«Un viento de tragedia sopla en el paisaje universal. Los altos edificios del capitalismo se resquebrajan y se hunden con estrépito en las cinco partes del mundo. Los propios administradores de ese caos hablan en su alfabeto técnico de crisis económica y formulan con suficiencia científicas recetas inútiles. La sociedad capitalista que ha devenido absurda y parasitaria, ha llegado al final de sus destinos. Sus formas de convivencia obstruyen los cauces de la historia, amenazan impedir el desarrollo de la vida. De hecho, ya no cabe en este régimen del siglo XX nada vivo, optimista y humano. Los hechos están ahí, diariamente, acusando con su fría y terca objetividad: ¡Superproducción! En el Canadá se quema el trigo; en el Brasil se arroja el café al mar […] ¡Paro forzoso! Miles y millones de obreros sin trabajo en los Estados Unidos, en Inglaterra, en Alemania, en España… ¡Aniquilamiento de miles y miles de vidas en las guerras de los imperialismos! El Japón despliega todo el lujo de la “civilización”; aeroplanos, tanques, ametralladoras destrozando bárbaramente las masas de obreros y campesinos hambrientos e indefensos de China. En Suramérica, los grandes imperialismos fomentan e incitan a colisiones sangrientas entre países hermanos. En la Sociedad de Naciones, las grandes potencias de la política internacional ensayan mil gestos pacifistas, demagógicos y sentimentales: mil, dos mil, veinte mil millones para los presupuestos de guerra de España, de Italia, de Francia […] Y en medio de este mundo caduco que agoniza, acentuando lo violento del contraste, el régimen obrero de la URSS, que edifica victorioso la economía socialista –base de una sociedad sin clases– en la sexta parte del globo, rescatada al destino de miseria y ruina.» (Citado en www.filosofía.com de Jaime Brihuega, La vanguardia y la República, Cátedra, Madrid 1982, págs. 321-325.)

Cuando el grupo madrileño de Octubre invitó a la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios (UEAR) de Valencia a celebrar el número especial que preparaban para conmemorar la Revolución de Octubre, la UEAP de Valencia se adhirió con 125 afiliados:

«Uno de estos días se cumplirá el aniversario de la revolución rusa. El proletariado mundial, puesto de pie, se elevará de júbilo en un saludo a los heroicos constructores del Socialismo, a los obreros, campesinos e intelectuales de la Unión Soviética. La revista OCTUBRE dedica un extraordinario conmemorando la toma del Poder por los obreros y campesinos. La UNION DE ESCRITORES Y ARTISTAS PROLETARIOS de Valencia, con 125 afiliados, se adhiere incondicionalmente al número-homenaje de la revista OCTUBRE, saludando con voces emocionadas a los trabajadores manuales e intelectuales rusos, prometiéndoles que estamos alerta y dispuestos a cambiar la pluma por el fusil en la primera ocasión. UNION DE ESCRITORES Y ARTISTAS PROLETARIOS. Valencia. Por el Comité, Plá y Beltrán.» (Citado en www.filosofía.com Octubre, nº 4 y 5, octubre-noviembre 1933, pág. 2.)

El viaje que Rafael Alberti y María Teresa León realizaron en 1932 a Amsterdam, donde participaron en el Congreso Mundial contra la Guerra Imperialista, después a Berlín, donde entraron en contacto con escritores y artistas comunistas, y finalmente a la Unión Soviética, donde fueron testigos de la Revolución Rusa y de las nacientes organizaciones de intelectuales, fue decisivo. En 1933, a la vuelta de ese viaje, fundaron la revista Octubre. En la declaración de principios, aparecida en el número cero, se solidarizaban con la Revolución Rusa y asumían como propios los principios aprobados en el congreso general de literatura revolucionaria celebrado en 1930 en Kharkov. Por otra parte, se anunciaba en esa Declaración que Octubre era en España, a partir de entonces, el órgano oficial de la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarias (UEAR). En ese primer número cero publicó el poema «SOS» de Rafael Alberti, que iba precedido del epígrafe: «Todos, escritores, artistas, intelectuales de todas clases, todos en auxilio de los parados de la Tierra, de los trabajadores que luchan por la revolución y se mueren de hambre». En Valencia se creó otra sección de la UEAR en 1933.

Rafael Alberti y María Teresa LeónOctubre fue una revista de escritores y artistas revolucionarios que estaba en contra de la guerra imperialista, por la defensa de la Unión Soviética, contra el fascismo y con el proletariado. Su segundo número se presentó mejorado respecto al primero. El núcleo madrileño de Octubre no se constituyó como asociación hasta finales de julio de 1934 en una asamblea celebrada en el Ateneo de Madrid. El grupo de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR) de Barcelona y el grupo de la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios (UEAR) de Valencia reconocieron al núcleo madrileño de Octubre.

La Association des Écrivains et Artistes Révolutionnaires (AEAR) se convirtió en el futuro añorado de quienes estaban expandiendo por Alicante y Sevilla el «sindicato» de la potente masa de los intelectuales españoles. La Unión Internacional de Escritores y Artistas Revolucionarios (UIEAR) se disolvió en 1935 en el Séptimo Congreso de la Internacional Comunista, aunque, en algunos casos, las filiales tardaron más tiempo en desaparecer.

 

S. O. S.

        Rafael Alberti
 

 

6  millones de hombres,
12 de manos muertas,
de ojos descejarrados por la angustia,
la miseria y el hambre que agrandan por las noches la invasión de las horas lentas de         
         insomnio.
Y el cielo se pregunta por el humo
y el humo por el fuego
y el fuego de las fábricas por el carbón que espera dejar de ser al fin paredón muerto
         de las minas.
Los parados del mundo se levantan,
crecen,
se empinan los parados como el mar,
se derrumban,
se levantan
y crecen.
10 millones de hombres,
20 de brazos tristes,
como ramas sin lluvia,
caídos,
secos como ramas.
Y hay un medio planeta sin cultivo
y hay barreras que impiden la posesión común del sol agrario de las granjas
y hay ríos que quisieran desviarse,
erguirse hasta regar el lecho de los trigos.
No hay trabajo
Y hay manos.
El capital prefiere dar de comer al mar.
En Brasil el café se quema y es hundido entre las algas,
el azúcar en Cuba arrojada en las olas se disuelve salada,
las balas de algodón en Norte América
y los trenes de harina son volcados en la prisa invasora de los ríos.
Y mientras,
ellos crecen,
se empinan,
se derrumban,
se levantan.
15 millones,
20,
40 de pies fijos,
de pies parados en la tierra,
de cuerpos que no duermen,
de hombres que desesperan y muertos que se matan.
Amigos,
Escuchad
         ¿Qué?
                  Nos llaman. 

(comp. César Cortés Vega)

[Continúa en siguiente entrega—>]