Reseñas / El último metro de Francisco Pérez Arce / Caricia Gorety Izaguirre Aldana

El último metro, de Francisco Pérez Arce

+ Caricia Gorety Izaguirre Aldana
Colaboración de Caricia Gorety Izaguirre Aldana que participó en nuestra convocatoria para el envío de textos a ser publicados en este espacio. Reseña en la que se da cuenta del libro «El último Metro», sexta novela del escritor nayarita Francisco Pérez Arce.  [Si deseas enviar alguna colaboración para que aparezca en este espacio, acá las bases: Convocatoria].

El último Metro es la sexta novela que Francisco Pérez Arce publica en Itaca, las anteriores fueron Septiembre, en 2010, Xalostoc, en 2012, Hotel Balmori, en 2014, La huelga que vivimos, en 2017 y La blanca, en 2018, además de otros 3 textos de no ficción, El principio. 1968-1988, años de rebeldía, Caramba y zamba la cosa. El 68 vuelto a contar y Los maestros que vinieron del sur. El origen de la CNT. En todas las obras de Paco permea su postura política, su pensamiento de izquierda, un pensamiento que no es sectario, sino democrático en el que caben todas las voces, lo cual es aún más evidente a través de sus personajes. Las tres primeras novelas que mencioné forman parte de la trilogía Fin de siglo. El orden en el que fueron escritas creo que no es este (ya me corregirá Paco) pero en Itaca así fue como se publicaron. Lo que sí es cierto es que Paco ha logrado a través de todas estas historias presentarnos un amplio panorama de la vida cotidiana en la ciudad de México de los años 70 del siglo pasado a la fecha. Historias que se vuelven entrañables porque cuentan con personajes entrañables. Por ejemplo, en Septiembre, nos llevan de la mano Maga Ríos y Juan Minera, que con su historia de amor, “brincan” entre los años setenta, la guerra sucia en México, y 1985, el año del terremoto, como nos dice su autor: “cargan con una herencia que los une y a la vez les impide estar juntos” y que logran asombrarnos con cada uno de los descubrimientos que esos saltos en el tiempo permiten.

En Hotel Balmori, una joven mujer nos muestra su historia más íntima, la cual como dice Paco “no es sólo de ella sino de todos”, a manera de “un fresco” el autor reconstruye, a partir de sensibles situaciones los sueños y frustraciones de toda una generación: la de los jóvenes que enfrentaron el movimiento del 68, la guerra sucia de los setenta y las consecuencias funestas que dejaron.

En Xalostoc, Martín Médanos (personaje principal) nos ayuda a entender un poco más la algidez de un movimiento obrero, en esta historia el protagonista se ve envuelto en una aventura policiaca que es condimentada por sus aventuras amorosas y su pensamiento político, lo que la hace una novela totalmente dinámica, profunda, pero también muy divertida.

En La huelga que vivimos, Paco retoma a personajes emblemáticos de sus novelas anteriores, como Virgilio Lima, personaje determinante en Xalostoc y a Martín Médanos, protagonista también de Xalostoc. En esta historia de movimientos sindicales y estudiantiles, basada en tres testimonios, Pérez Arce nos contagia el entusiasmo y la rabia que a él y a sus compañeros de causa los marcaron para siempre.

En La blanca, nos presentó el ambiente pintoresco, pero también lúgubre e, incluso, trágico de una vecindad en la que convergen y conviven las historias personales de sus habitantes, nuevamente, las situaciones a las que estos personajes se enfrentan dan clara muestra de la postura política y social del autor.

Y, bueno, ya en El último Metro, podemos encontrar una pluma totalmente contundente en cuanto a la construcción de personajes y el propio ritmo de la trama, envueltos en un escenario urbano que oscila entre la Calzada de Tlalpan, cerca del metro Portales, una casa clasemediera, también de la colonia Portales, unas oficinas de Gobierno, tal vez cerca del Centro Histórico, algunos bares y antros, algunas calles de colonias marginadas, y una habitación de hotel en donde la intimidad de los personajes principales, Martín y Miriam, queda totalmente expuesta.

En esa habitación se suscitan los diálogos más profundos entre ellos, ahí se encuentran totalmente desnudos mas no totalmente desvestidos, sino que hay una desnudez de sentimientos, en la que dos perfectos desconocidos dejan de serlo así sin más: sin amor, sin sexo, sin pretensiones, sin promesas ni expectativas.

Martín Mira es un hombre de 50 años, que en un lapso de 11 días sufrirá una serie de vicisitudes que lo transformarán profundamente. El primero de estos días conoce a Miriam, que es una mujer de 30 años, con sus propios claroscuros y que será importantísima en esta transformación. A ambos los une la frustración, el desánimo y el deseo de venganza. Necesitan vengarse, pero no de lo que les acaba de pasar sino de toda una vida de injusticias, de ultrajes, de sinsabores, de días y noches de soledad, del desamor que ambos viven en sus propias vidas. Él, Martín, está cansado de que su “única prisa es moverse, no quedarse quieto…” de ser “un hombre de piedra”. Ella, Miriam, está cansada del ruido “destemplado” de la Calzada de Tlalpan, de ser “una masa manipulable para engañar sueños”.

Para él, todo en su vida es “suerte mediana, maldita suerte mediana…” nos dice, para ella, los días trascurren entre clientes anónimos, vecinas que ni siquiera la voltean a ver y en pintar y repintar la palabra del muro de su casa que alguien se empeña en que vea cada madrugada que llega cansada y vejada de su jornada.

Martín Mira nos dice en algún momento que “la justicia es adaptable, es como una almohada de plumas que se acomoda en tu cabeza. Lo injusto es lo que no mereces porque tú dices que no lo mereces, lo que no esperabas…” lo que nos hace preguntarnos ¿cómo decide la vida en que personas ensañarse?, en esta historia ¿qué tan responsables son ellos de los que les ha pasado?

Por un lado, tenemos a Martín, este hombre que, hasta ese momento, ha navegado en aguas tibias en su casa cómoda, con su vida familiar apacible, con seguridad laboral sin mayores pretensiones, que en un lapso de 11 días sufre una serie de cambios -catastróficos según él (porque para cuando intima con Miriam se da cuenta que sus problemas son pequeños comparados con los de ella)-, pero que lo obligan a replantearse lo que hasta ese momento consideraba una buena vida, gris, pero buena.

Y, por otro lado, está Miriam, esta prostituta, ya no tan joven para el oficio, que sobrevive a su día a día sin más esperanzas que la de llegar viva cada noche a su cuarto lleno de tiliches que se niega a tirar, quizá porque la hacen sentirse menos desechable a ella. Su pasado es mucho más catastrófico que el de Martín, ella sí sabe lo que son las desgracias, él descubrirá su verdadero significado cuando ella le platique sus desventuras.

Martín es quien nos cuenta esta historia, todo lo veremos a través de su mirada, de su interpretación, de su propia transformación. Un día como cualquier otro, sin más, es despedido de su empleo, después de muchos años y sin una razón de peso. Ese mismo día, conoce a Miriam, ese mismo día lo secuestran, al día siguiente, su esposa desde hace 25 años, le dice que se divorciará de él, al quinto día se entera que le robaron todo su dinero del banco y los siguientes seis días los ocupará, junto con Miriam, en tramar lo que será su venganza.

Más o menos a la mitad de la novela, los personajes comienzan a transformarse: ya no son Martín, el casi viejo, derrotado y triste del inicio, ni Miriam, la prostituta casi vieja, casi guapa y casi resignada, ahora comienzan a ser menos extraños entre ellos aunque no sepan sus nombres, menos ensimismados, menos cobardes. Vuelven a tener planes y esperanzas, no de forma contundente aún, pero sí comienzan a visualizar que “otro mundo es posible”, aun para ellos.

Conforme avanza la trama, asumen sus nuevos papeles: ya están enojados, ya tienen cierta valentía, vuelven a sentir entusiasmo por lo que les depara el futuro, el plan que arman para vengarse de sus victimarios dará total sentido a un encuentro que sólo parecía mercantil al inicio.

Muy al estilo de Paco, toda la novela está llena de reflexiones filosóficas, políticas, sociales y filiales, sus personajes nunca son planos, el autor logra que los sintamos cercanos, son personajes que en situaciones totalmente creíbles muestran fortalezas y debilidades que al inicio de sus historias no podríamos ni imaginar que tendrían. Sus historias tienen la capacidad de no aburrir o cansar, desde la primera página hasta el epílogo el ritmo es constante. Como buena novela, la estructura cuenta con un argumento sólido, personajes principales y secundarios bien logrados, una serie de conflictos que detonan esa transformación, obstáculos y un clímax. En el texto que nos ocupa, el final parece no ser el final. El autor deja entrever que más bien, podría ser el comienzo de otra gran aventura para este par de adoloridos humanos.

En esta historia no hay personajes ridículos, chocantes o increíbles, todas y todos son piezas invaluables de un engranaje ecléctico como la vida misma.

Caricia Gorety Izaguirre Aldana. Editora de libros con más de 12 años de experiencia. Realiza reseñas para presentar algunos de los títulos publicados bajo la editorial Itaca. Una de ellas se publicó en el blog considerandoenfrío.wordpress.com

 

[Continúa en siguiente entrega—>]